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El riesgo de otra pandemia mundial

La pandemia de COVID-19 de 2020 supuso importantes costes para la salud pública y la sociedad a nivel mundial. Hasta agosto de 2023, se habían registrado más de 770 millones de casos y 6,9 millones de muertes en todo el mundo, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la tasa de mortalidad real puede ser aún mayor. Además del impacto directo en la salud, se han producido numerosos efectos indirectos, como la educación virtual, el trabajo a distancia y el impacto en la salud mental. Todavía se está analizando todo el alcance y el impacto de la pandemia, y es probable que los efectos negativos sigan sintiéndose durante muchos años.

Además de las repercusiones sanitarias y sociales, la COVID-19 también ha tenido un impacto económico significativo, con descensos sin precedentes del producto interior bruto (PIB) en todos los países en 2020. Se prevé que las pérdidas económicas a escala mundial alcancen los 13,8 billones de dólares en 2024. Sin embargo, es probable que el problema económico hubiera sido aún peor sin las inversiones en preparación para la pandemia. Aunque estos esfuerzos sentaron las bases para el desarrollo de las vacunas COVID-19, la OMS concluyó que, en general, las inversiones en preparación antes de la pandemia fueron inadecuadas, recomendando la necesidad de reevaluar y mejorar la preparación mundial para futuras pandemias.

El éxito de las «inversiones en preparación» se demuestra comparando la pandemia de gripe española de 1918 y la COVID-19 de 2020. A pesar de las repercusiones de esta última, se calcula que la pandemia de 1918-19 infectó a 500 millones de personas, aproximadamente el 33% de la población mundial, y causó unos 50 millones de muertes.

Según un estudio e informe recientes de la revista científica Nature, la probabilidad de experimentar otra pandemia ha aumentado en los últimos 100 años, siendo cada vez más frecuentes los brotes más pequeños y las pandemias más grandes de enfermedades infecciosas emergentes. El estudio sugiere que existe un 17% de probabilidades de que se produzca otra pandemia a lo largo de la vida, porcentaje que puede incluso aumentar hasta el 44% en las próximas décadas. Esto significa que cada año existe una probabilidad superior al 2% de que se produzca una nueva pandemia.

Sin embargo, según el informe, es difícil predecir qué patógeno causará la próxima pandemia. La mayoría de las enfermedades con potencial pandémico se propagan inicialmente de animales a humanos, lo que se conoce como «contagio zoonótico». Estas enfermedades pueden volverse peligrosas si desarrollan la capacidad de transmitirse de humano a humano.

En el siglo XX, se cree que la propagación zoonótica ha desencadenado la mayoría de las pandemias víricas. Factores como la urbanización, la destrucción del hábitat y el cambio climático han aumentado la probabilidad de propagación zoonótica, ya que los humanos y los animales entran en contacto más estrecho, lo que da a los patógenos más oportunidades de infectar a los humanos.

El cambio climático también ha provocado la migración de animales a nuevos territorios, lo que da lugar a nuevas interacciones entre especies y aumenta aún más el riesgo de propagación zoonótica. En determinadas circunstancias, un nuevo agente patógeno puede convertirse de un brote de enfermedad en una pandemia. Las características de un patógeno, como la transmisibilidad, la tasa de letalidad, la tasa de replicación y la mutabilidad, pueden influir en sus posibilidades de convertirse en una pandemia generalizada.

Por ejemplo, los patógenos con una mayor tasa de letalidad y una menor transmisibilidad, como el ébola, tienen más probabilidades de tener un impacto geográfico limitado. Por otro lado, el SARS-CoV-2, con una tasa de letalidad moderada y una alta transmisibilidad, ha provocado un crecimiento exponencial de las infecciones debido a la transmisión aérea y a la propagación asintomática. Factores como la globalización y el aumento de los viajes también pueden acelerar la propagación de patógenos de alto riesgo entre países. Además, los virus ARN, que tienen una alta tasa de mutación, suponen un mayor riesgo porque las mutaciones aleatorias pueden dar lugar a adaptaciones que beneficien al virus.

Aunque no hay que descartar otros tipos de patógenos, según Nature las pruebas sugieren que la próxima pandemia estará causada con toda probabilidad por un virus respiratorio de ARN, como un coronavirus o la gripe. Aunque es imposible predecir el tipo exacto y la gravedad de la próxima pandemia, tomar ahora medidas proactivas basadas en suposiciones razonables puede conducir a una respuesta más eficaz en el futuro.

Como se vio con COVID-19, las intervenciones no farmacéuticas y las contramedidas médicas almacenadas pueden ser cruciales para controlar un brote de la enfermedad, y es necesario estar preparados para su despliegue. Observando pandemias pasadas y sus respuestas, podemos tomar medidas proactivas que pueden aumentar nuestras posibilidades de prevenir o mitigar la próxima pandemia, que es una amenaza actual y potencialmente creciente.

El impacto de COVID-19 será recordado durante años, y aunque su memoria se desvanezca, la posibilidad de otra pandemia sigue existiendo. La rápida respuesta mundial a COVID-19 fue testigo de una cooperación y movilización de recursos sin precedentes, de la implantación de nuevos sistemas y del establecimiento de asociaciones. Para garantizar la preparación ante futuras pandemias y otras emergencias sanitarias debemos aplicar las lecciones aprendidas de COVID-19 y prepararnos para el futuro.

Si se reduce el retraso entre la respuesta y la declaración de pandemia, se podrá disminuir antes el número de casos y muertes, siendo la vacunación una intervención clave.

El informe de Nature concluye afirmando que, a pesar de los elevados costes de la respuesta a las emergencias de salud pública, la financiación de la preparación ha permanecido estancada o ha disminuido en los países de mayores ingresos. Así pues, es necesario reforzar la financiación específica y establecer acuerdos transfronterizos e intersectoriales para promover la equidad sanitaria en las respuestas a las pandemias. La cooperación dentro de la comunidad mundial es esencial para protegerse frente a una amenaza global como una pandemia, y en ella deben participar todo tipo de organizaciones, incluido el sector privado. El riesgo de otra pandemia está siempre presente, pero trabajando juntos hoy, mañana se podrán salvar innumerables vidas.



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