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La población mundial alcanza los 8.000 millones de habitantes
¿Debemos preocuparnos?

Según las Naciones Unidas, se prevé que la población del planeta supere los 8.000 millones de habitantes. Se calcula que aumentará a 9.700 millones en 2050 y a 10.900 millones en 2100. Desde 1950, el ritmo de crecimiento ha aumentado radicalmente. Muchos observadores lo consideran potencialmente catastrófico, con previsiones de hambrunas masivas y desastres medioambientales. Otros, en cambio, no se muestran tan pesimistas, debido sobre todo a la reducción del tamaño de las familias y de la tasa de fertilidad, que ha bajado de 3,3 en 1990 a 2,3 en la actualidad, sólo ligeramente por encima de la «tasa de reemplazo» de 2,1.

¿Qué podemos esperar del futuro y debemos preocuparnos?

Uno de los puntos de vista pesimistas es la seguridad alimentaria; proporcionar alimentos nutritivos y sostenibles a todos los ciudadanos es una tarea considerable a la que ya se enfrenta el mundo. Preocupa especialmente África, donde se calcula que una cuarta parte de la población no dispone de alimentos suficientes para mantener una vida sana. La ONU informó en 2015 que Angola, Burundi, la República Democrática del Congo (RDC), Malawi, Malí, Níger, Somalia, Uganda, Tanzania y Zambia, verían quintuplicada su población, y este aumento se sumaría significativamente a la tarea de alimentarlos.

El crecimiento de la población requiere más alimentos, lo que a su vez exige más tierra para la producción agrícola. Esto se consigue a menudo mediante la deforestación, por ejemplo, y la recuperación de humedales, etc., lo que puede afectar gravemente al medio ambiente. Un uso más productivo de la tierra requiere técnicas agrícolas más avanzadas, y éstas a menudo tienden a utilizar más agua, más fertilizantes y más pesticidas, lo que con el tiempo puede dejar el suelo infértil. El daño medioambiental provocado por un mayor número de personas continúa, con un mayor consumo de combustibles fósiles y la contaminación que provoca.

Hay otro punto de vista que no es pesimista y contempla el descenso de la tasa de crecimiento de la población mundial, que sólo ha aumentado un 0,8% este año, la tasa más baja desde los años cincuenta.

Aunque no es pesimista, hay aspectos preocupantes que afectarán al medio ambiente y provocarán implicaciones sociales. Se calcula que la mitad del crecimiento demográfico mundial previsto para los próximos 30 años se producirá en sólo ocho países: (India, Nigeria Congo, Egipto, Etiopía, Tanzania, Pakistán y Filipinas). Se calcula que India alcanzará los 1.700 millones de habitantes en la década de 2060, y Nigeria habrá crecido hasta desplazar a Indonesia como cuarto país más poblado.

Sin embargo, se espera que 41 países y regiones disminuyan su población este año. Por ejemplo, se prevé que la población de Europa tenga 40 millones de habitantes menos en 2050, debido a que el número de nacimientos se sitúa en 1,5, muy por debajo de los 2,1 necesarios para el reemplazo. Mientras que en China se prevé que la población empiece a descender este año, donde la tasa media de natalidad es de sólo 1,2 y, de aquí a 2050, la población se reducirá un 8%.

Aunque la educación femenina ha mejorado con los años. El Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU calcula que 15 millones de niñas en edad de asistir a la escuela primaria nunca aprenderán a leer y escribir, y se estima que 130 millones de niñas en edad escolar no van a la escuela. La mayoría de estas niñas viven en zonas con una población en aumento. Muchos investigadores señalan que una mejor educación de las mujeres puede reducir las tasas de fecundidad y producir niños más sanos, al tiempo que se amplía la mano de obra. Si la mejora de la educación de las niñas puede disminuir la fecundidad y permitirles incorporarse a la población activa, también podría contribuir a disminuir el aumento de la población. Una mejor educación femenina contribuiría a la igualdad de género y capacitaría a las personas para tomar decisiones con conocimiento de causa.

Estos cambios demográficos tendrán importantes consecuencias geopolíticas y de degradación medioambiental. Como se ha dicho, proporcionar alimentos sostenibles y nutritivos a todos los ciudadanos es una tarea ingente. El África subsahariana es la región del mundo más vulnerable al cambio climático. Están aumentando las temperaturas, el nivel del mar y las precipitaciones. Todo ello hará que la tarea sea mucho peor y aún más difícil de resolver. A menos que se produzca un cambio notable en las economías de estos países africanos, es probable que haya más hambrunas que provoquen grandes desplazamientos de personas en busca de una vida mejor en Occidente. Aunque la migración en Occidente, tanto legal como ilegal, es un reto político hoy en día, y es probable que siga siendo problemática, con cifras decrecientes y una población envejecida en muchos países, habrá necesidad de una mano de obra más joven que la inmigración podría ayudar a resolver.

Entonces, ¿debemos preocuparnos? Parece que la visión pesimista podría prevalecer en algunas partes del mundo, mientras que en otras podría surgir la visión contraria. Lo que es indudablemente cierto es que el futuro exigirá un liderazgo político en todo el mundo para hacer frente a los cambios demográficos, tanto de las poblaciones más altas como de las más bajas.



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