El avión 737 MAX y el daño a la reputación de Boeing
Parece que el suceso del Boeing 737 MAX de Alaska Airlines del 6 de enero. Posiblemente no fue el resultado de un fallo de producción generalizado, sin embargo, el avión Boeing 737 MAX ha estado constantemente plagado de publicidad negativa. Ahora la compañía tiene que hacer frente a otro problema de seguridad y se enfrenta al mayor escrutinio que ello conlleva.
Tras el incidente, la Administración Federal de Aviación emitió una orden de inmovilización, y el valor de las acciones de Boeing cayó un 8% mientras los inversores intentaban evaluar el impacto potencial del incidente. El precio actual de las acciones es un 19% inferior al de hace un mes.
El MAX ha ganado notoriedad como uno de los modelos de avión más conocidos de la historia <span «blur»>de la aviación comercial. Tras dos accidentes mortales en 2018/19, la mayoría de estos aviones quedaron en tierra durante casi dos años. A pesar del levantamiento de la prohibición de volar, Boeing se ha enfrentado a numerosos retrasos en la producción debido a problemas de fabricación. En diciembre, la compañía emitió una advertencia sobre posibles pernos sueltos en el sistema del timón, y la producción se detuvo previamente en verano debido a errores en la perforación de agujeros en el fuselaje.
Naturalmente, el asunto relativo a la estructura física del avión implica al proveedor, Spirit AeroSystems, situado en Kansas. Ellos son los responsables de la configuración de la puerta de emergencia que se vio implicada en el incidente. Sus acciones también han sufrido una pérdida de valor.
Además del impacto financiero, la mayor consecuencia del incidente de Alaska Airlines puede implicar principalmente daños a la reputación de la compañía.
El avión en cuestión es un MAX 9, que es una versión más larga del MAX 8 responsable de las inmovilizaciones de 2019. Alaska y otras aerolíneas con frecuencia no utilizan el espacio adicional que proporciona, por lo que tienen la opción de eliminar una salida de emergencia y sellar la puerta en su lugar.
La cabina del avión impactado había mostrado previamente una luz de advertencia por un fallo de autopresurización. Este avión en concreto fue recibido por Alaska Airlines en noviembre y sólo había volado unas 150 veces. Sin embargo, su predecesor, el MAX 9, que comparte un diseño de puerta similar, ha realizado con éxito millones de vuelos desde 2007 sin ningún problema.
Puede que se trate de un hecho singular, pero aún es demasiado prematuro hacer una afirmación definitiva. Se espera que el tapón de la puerta que se encontró en un patio trasero de Oregón poco después del accidente pueda aportar pruebas cruciales para determinar la causa.
En caso de que se demuestre que este problema es generalizado, las consecuencias no serían catastróficas. El MAX 9 no es tan popular como su competidor, el Airbus A321neo, y actualmente sólo representa el 2% de los aviones MAX encargados a Boeing.
De los aproximadamente 1.300 jets MAX, hay actualmente 217 de ellos volando por aerolíneas, y 179 están equipados con puertas tapadas.
Las aerolíneas más vulnerables son Alaska y Copa Airlines de Panamá, ya que el MAX 9 representa el 32% y el 37% de su capacidad respectivamente. Afortunadamente, las inspecciones de las puertas son un proceso sencillo y es poco probable que lleven más de cuatro horas, y muchas ya se han completado sin problemas. El hecho de que estas inspecciones se hayan llevado a cabo durante la temporada de invierno, más floja, mitiga el impacto financiero para las aerolíneas.
Siempre que la orden de inmovilización se levante pronto, es poco probable que los pedidos actuales y los ritmos de producción se vean afectados. A diferencia de los productos de consumo, los reactores no se comercializan directamente a los consumidores. Por lo tanto, una vez que los reguladores aprueban el avión, las aerolíneas se preocupan sobre todo de la economía del vuelo más que de la percepción del consumidor.
A pesar de ello, la continua cobertura negativa de las noticias tiene repercusiones. Esto podría llevar a los funcionarios a ser más cautos y deliberados en el proceso de certificación de los modelos MAX 7 y 10 de Boeing, que se sitúan en extremos opuestos de la gama de tamaños. Cabe señalar que la compañía ha solicitado recientemente una exención para el MAX 7 de la normativa de seguridad que pretende evitar el sobrecalentamiento de los motores hasta mayo de 2026, con el fin de iniciar las entregas mientras trabaja en una solución.
Para demostrar su transparencia y seguridad a los clientes, Boeing está introduciendo actualmente inspecciones adicionales en sus líneas de producción del 737 Max 9 y permitiendo a las aerolíneas examinar a fondo sus fábricas. También tienen previsto implicar a inspectores de terceros. Estas medidas irán más allá de los requisitos reglamentarios habituales.
Según los ejecutivos de Boeing, están dispuestos a asumir la responsabilidad y manejar el asunto con total transparencia. Esto se produce después de enfrentarse a críticas por desatender inicialmente las preocupaciones previas sobre el 737 Max 8 después de los accidentes en 2018/19.
Según el presidente de la división de aviones comerciales de la compañía, Airlines tendrá acceso a las instalaciones de producción de 737 tanto de Boeing como de Spirit para realizar inspecciones.
Según el comunicado, «todas nuestras acciones deben cumplir con las directrices marcadas en nuestro QMS (sistema de gestión de calidad), ya que cualquier cosa menos que eso no es aceptable. Nuestra adhesión a esta norma es crucial para infundir plena confianza en los aviones Boeing tanto a nuestros clientes como a sus pasajeros».
Los precios de las acciones de Boeing y Spirit han experimentado recientemente una recuperación parcial; sin embargo, aún han bajado aproximadamente un 35% y un 64% en los últimos cinco años. Por el contrario, las acciones de Airbus han experimentado un aumento del 62% durante el mismo periodo. Si Boeing quiere recuperarse, no puede permitirse más malas noticias sobre la seguridad de sus aviones.
