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La invasión rusa de Ucrania amenaza la seguridad alimentaria mundial

El verano pasado, las Naciones Unidas y Turquía mediaron en un importante acuerdo entre Ucrania y Rusia. No sólo ha pretendido aliviar las tensiones, sino también facilitar el transporte de alimentos y fertilizantes rusos.

Sin embargo, Rusia insiste en que las disposiciones del acuerdo no se han aplicado plenamente, fijando un plazo para que se aborden sus preocupaciones o arriesgándose a una retirada. Esta táctica de presión no es nueva, ya que Rusia decidió unilateralmente renovar el acuerdo por un periodo más corto que el previsto en el mismo.

Impacto en la seguridad alimentaria mundial

Funcionarios y analistas de la ONU expresan su preocupación por las posibles consecuencias de no ampliar la Iniciativa de Cereales del Mar Negro. Los países de África, Oriente Medio y partes de Asia dependen en gran medida del trigo, el aceite vegetal, la cebada y otros productos alimentarios asequibles de Ucrania. Con los devastadores efectos de la sequía, la interrupción del acuerdo sobre cereales podría agravar la crisis alimentaria mundial y provocar una subida de los precios. Por desgracia, el alivio que supuso el acuerdo aún no se ha traducido en beneficios tangibles para los consumidores.

La semana pasada, los negociadores se reunieron en Estambul, pero los avances fueron limitados. El Viceprimer Ministro ucraniano, Oleksandr Kubrakov, propone prorrogar el acuerdo sobre cereales durante más tiempo para fomentar la estabilidad y la confianza del mercado. En cambio, Rusia se opone a ampliar o prolongar indefinidamente el acuerdo. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, confirmó las conversaciones en curso, pero declaró que aún no se había tomado una decisión, lo que deja en la incertidumbre el futuro del acuerdo.

Postura y preocupaciones de Rusia

Mientras prosiguen las negociaciones, Rusia está exportando rápidamente su abundante cosecha de trigo a través de puertos alternativos, lo que ha suscitado preocupación entre los críticos. Éstos sostienen que las acciones de Moscú pueden ser una forma de postura o un intento de obtener concesiones en otros ámbitos, como las sanciones occidentales. Además, las inspecciones conjuntas de los buques, cruciales para garantizar que sólo transportan alimentos y no armas, han disminuido en frecuencia. Este descenso ha alimentado las dudas sobre el compromiso de Rusia con el acuerdo.

Rusia ha presentado una lista de exigencias que incluye el restablecimiento de los suministros extranjeros de maquinaria agrícola. En primer lugar, la nación insiste en que se levanten las restricciones sobre los seguros y el acceso a puertos extranjeros para los barcos y cargamentos rusos. Además, quieren reanudar el funcionamiento de un oleoducto para las exportaciones rusas de amoníaco. También exigen eliminar las restricciones a las actividades financieras relacionadas con las empresas rusas de fertilizantes.

Por último, piden recuperar el acceso del Banco Agrícola Ruso al sistema bancario internacional SWIFT. Estas demandas sugieren que Rusia busca concesiones más amplias que las del propio acuerdo sobre cereales.

Implicaciones mundiales y dinámica del mercado

Las Naciones Unidas reconocen que, aunque hacen lo que pueden, las soluciones definitivas se encuentran en el sector privado. La Iniciativa del Grano del Mar Negro ha facilitado el envío de más de 30 millones de toneladas métricas de grano ucraniano. En su mayor parte, esto beneficia a las naciones en desarrollo.

El argumento de Rusia es que los alimentos llegan principalmente a las naciones desarrolladas, no a los países más pobres. Tal postura provoca sin duda algunos puntos de vista opuestos. El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, destaca el impacto positivo de la bajada de los precios de los alimentos para todas las naciones, independientemente de su nivel de desarrollo.



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